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Mostrando entradas de marzo, 2014

El violín de yanko

Madre la selva canta, y canta el bosque y canta la llanura, y el roble que a las nubes se levanta, y la flor que se dobla en la espesura, y canta y juega el viento en el camino, y en el rubio trigal las amapolas, y en el cauce el arrollo cristalino, y los troncos, los tallos, las corolas, la tierra, el cielo azul, la mar gigante y las hierbas que bordan el barranco. Madre, es una canción dulce y vibrante, que a Yanko llega y que comprende Yanko. Era Yanko un chicuelo, más rubio y sonrosado que la aurora, con los ojos tan puros como el cielo y el alma cual de artista soñadora. La música del campo lo atraía..., adivinaba un himno en los rumores, que el viento recogía al besar los arbustos y las flores, y en el gorjeo matinal del ave, y en el silencio de la noche grave y en cáliz gentil de la violeta, hallaba una canción tierna y sin nombre, la canción sacrosanta del poeta que apenas puede comprender el hombre. Siempre que del mesón en la cocina brotaban los arm